martes, 4 de abril de 2017

EL TRATAMIENTO DEL COLECTIVO LGTBI EN LA PRENSA

El tratamiento del colectivo LGTBI en la prensa escrita española requiere una visión histórica. Desde antes de la Transición Española (1975-1978/1982) una prensa controlada por los órganos censores y políticos del régimen franquista adoctrinaba a la población con el mensaje único de que cualquier variante del modelo heterosexual de unión afectiva, legal o sentimental se trataba de una “desviación” que debía ser “corregida”. Es decir, se le adjuntó al ser homosexual, bisexual o transexual el adjetivo de “enfermo o enferma mental”. Esto es percibido en la totalidad de las informaciones vertidas hasta el comienzo de la Transición. Es en esta etapa donde, tras la inicial desregularización de la censura en prensa con la llamada “Ley Fraga” del 1967, nacen nuevos periódicos de talante progresista y rupturista con la dictadura decadente. Hablamos de diarios como El País, que en los años 70 se esfuerza por hacer visible al colectivo principalmente homosexual. Por el contrario vemos que otros diarios de corte conservador siguen aludiendo al colectivo LGTBI (esta denominación vendrá años más tarde) como un problema de “desorden público” en consonancia con el mensaje tradicionalista de modelo familiar. Cabe destacar un uso inicial del término “travesti” por la prensa más progresista  ya que por el momento no se usaban los términos “gay” o “lesbiana” - El País usará por primera vez este segundo término en el 84- mientras que en la prensa conservadora predomina el uso del término peyorativo “invertido”.


La llegada de los años 80 y, con ella, la revolución cultural que se produjo en España con ramificaciones como la llamada “Movida” -véase la movida madrileña-  trae aires nuevos y nuevas cabeceras de prensa como Diario 16, de corte liberal-progresista. La pandemia que supuso el VIH o SIDA influyó enormemente en la opinión pública, ya que en los primeros momentos de expansión del virus a escala mundial se aludió a las personas homosexuales como culpables y principales portadores del mortal virus, incendiando las opiniones extremistas escudadas en supuestos argumentos médicos de “prevención del contagio”. Los años 80 son, debido a esto, años de disolución de las penas represivas contra la comunidad LGTB pero también años muy dañinos para la imagen de este colectivo cara una opinión pública dominada muchas veces por el amarillismo y la búsqueda de polémica.


En la actualidad seguimos a distinguir los dos principales campos progresista y conservador en la prensa española, aunque con matices. Para la prensa conservadora, de moral católica, la homosexualidad es algo que, si bien no es respetable según los “preceptos” marcados por dicha Iglesia, ha pasado por ser aceptado por algunos sectores menos conservadores de este ala como un asunto de índole privada y, por ello, vinculada a libre albedrío del individuo. Para el ala más tradicional sigue siendo considerada no menos que una enfermedad que no admite inserción en ninguna vía social o educativa como las escuelas, ya que para esta parte sigue siendo considerada una “desviación”, términos peyorativos apoyados en declaraciones de personas públicas creyentes en estas ideas, entre ellas miembros de la jerarquía eclesiástica en España. Para la prensa de talante más abierto o progresista cualquier opción sexual del colectivo LGTB se apoya en la libertad individual y el derecho a ejercerla que tiene cada persona, siendo opciones totalmente respetables e iguales con las llamadas “tradicionales” como es la heterosexualidad. Este tipo de prensa realiza en numerosas ocasiones reportajes para visibilizar el maltrato o menosprecio que parte de la sociedad española sigue haciendo al colectivo LGTB, siendo un altavoz de denuncia para numerosos casos de violencia verbal o física cara personas de este colectivo.

Escrito por Xian Lois Alcayde Dans

No hay comentarios:

Publicar un comentario